28 de octubre de 2024
Para que la realidad no nos queme, en la fantasía alguien describió al Orco como un ser despreciable que solo ejecuta la voluntad del señor oscuro. El Orco, a su vez, asume un valor en su naturaleza violenta y reflexiona sobre su inminente aniquilación. Finalmente, la oscuridad es desterrada y la Guardia Suprema Luz asegurará la iluminación infinita. ¿Qué podría salir mal?
El Orco fue creado desde la oscuridad: su esencia fue marcada por el odio y la crueldad. No es solo que el orco obedezca al amo oscuro, es su misma naturaleza la destrucción y la violencia. Es un ser corrupto porque siempre busca más y nunca está conforme. La vida del Orco se reduce a ganar o morir en un ciclo interminable de violencia. La luz le es repulsiva, y a su paso quiere ver el mundo arder para continuar su camino bajo la sombra eterna. Aún sin un látigo que lo motive o lo comande. El Orco es insaciable pero su ambición se limita a hacer crecer la sombra y por ello su límite es y solo llega cuando no haya más materia para avivar el fuego o más sangre que beber.
Pero el Orco, además, es un peón concebido para servir a fuerzas mayores, es una herramienta que servirá a quien le prometa más sangre y sombra. Carece de miedo y empatía y, por lo tanto, es un gran guerrero, pero no es particularmente inteligente para trascender el simple caos y organizar una guerra y de esa guerra obtener más sangre y expandir la sombra. Por eso entiende la conveniencia de servir a un amo poderoso con más ambición a futuro.
Pero cuando el Orco responde a un amo, se convierte en una maquinaria perfectamente ajustada para construir grandes herramientas para maximizar la destrucción. Y así, responde a un sistema sumamente competitivo donde la traición es común, donde los unos pasan sobre los otros para subir, para esclavizar, para saciar su sed y finalmente obtener el favor de su amo, que desde su encierro opera un látigo invisible que enfoca y alienta al Orco a alcanzar su objetivo.
Nací en esta tierra estéril pero afortunadamente sin luz. Mis orejas son grandes y mi naríz abierta porque en la oscuridad los ojos no son muy útiles; en cambio escucho atento cada detalle y mi olfato llega tan lejos como mis recuerdos. He trabajado toda mi vida sin descanso, la sombra nunca para, avanza constantemente para asegurar el combustible que la mantiene. Ahora que ha crecido la sombra, he visto a otros pueblos alimentarse de la vida como yo me alimento de ellos. Por sus gritos comprendí su horror, cuando me miraban con asco encontré su vanidad, cuando huían sin esperanza por haber dejado todo atrás, sentí su arraigo. Pero no importa cuanto intente entenderlos, ellos son mi comida y yo su fin, en la oscuridad todos somos hermosos y la vanidad no existe, nuestro arraigo está bajo la sombra y ella siempre se mueve. Somos el fuego efímero que renueva el horizonte, deja cenizas y de las cenizas que dejamos, nacen y se cultivan aquellos inquilinos que aspiran a la eternidad pero están destinados a convertirse en cenizas.
Todo lo que tengo me lo he ganado con esfuerzo y esto me ha hecho fuerte, pero humilde. Nunca tuve el lujo de preguntarme si había algo más allá de la sombra, pero cuando algunos rayos de luz logran atravesarla, resulta una crueldad para mis ojos sensibles. Además resplandece la supremacía de los iluminados, sus ojos la reflejan fielmente en cada expresión y en cada gesto. Veo, por ejemplo, en la cara de los elfos su condescendencia hacia los humanos, en la humanidad, la envidia hacia los elfos a la vez que su desprecio por la avaricia de los enanos. Pero todas esas expresiones no se comparan con el odio, que desde la humildad Orco se refleja en esos rostros luminosos: el oscuro miedo a nuestra fuerza y determinación.
Hoy todo el odio se une en nuestra contra y nuestro fin se hace inevitable como inevitable la pregunta ¿Soy un Orco? Soy tan horrible y deforme, soy toda esa maldad, soy ese enemigo perfecto que debe ser exterminado. ¿Soy un Orco? y cuando mi vida acabe la violencia se cesará, cuando termine nuestra existencia y todo sea luz no habrá noche, cuando nuestro camino de cenizas termine, se rompa el ciclo de la la vida. Hoy vienen por nosotros, mañana la guerra será entre ellos y la muerte y la depredación nunca será extirpada y siempre habrá otro enemigo perfecto a quien culpar, pero ninguno que como nosotros, valore las cenizas y acepte su lugar con humildad.
Que fácil es culpar al “Temible Orco” de ostentar el monopolio del mal. Es más fácil aniquilarnos que atender sus propias diferencias y mucho más sencillo que intentar entender nuestra forma de vida. Los orcos reconocemos la legitimidad de las otras formas de vida porque son nuestro sustento, admiramos sus construcciones, sus armas y su creatividad. Admitimos que hay diversas razones para existir y la posibilidad de que, por lo menos en algunas cosas, los iluminados tengan razón. Quizá en esta ocasión llevamos la sombra demasiado lejos.
Cuando nos aniquilen se esfumó la oportunidad para responder estas preguntas, para entender la función del desencuentro, para plantear nuestros dilemas. Con nuestro olvido, dejará de existir nuestra fortaleza, se borrará nuestro coraje y valentía, nuestro ingenio, nuestra estética práctica y eficiente de la simplicidad, nuestra perseverancia y nuestro sistema de competencia incansable que nos anima a mejorar cada día.
Ante la muerte inminente solo siento calma y entre el lodo resbaloso y revuelto por la batalla, el crujido del acero mellando y el sonido de las miles de gotas que tintinea al chocar en las armaduras, inhalo feliz el aire metálico rebosante de sangre; y disfruto el hecho de que los Orcos nos vamos con todo lo que sabemos, queremos, deseamos y hemos construido. No nos quitaron nada, y ellos solo ganaron ese gran vacío que llenan con su infinita soberbia.
Quizá seamos más parecidos de lo que creen y de nuestra negra sangre que inunda esta tierra surja un nuevo tipo de Orco, uno que no es como nosotros ni como ellos.
¡Glorioso sea el día de la victoria! Parecen lejanos aquellos tiempos en que la oscuridad fue desterrada y el Orco erradicado.
Hoy conmemoramos que en esta primera etapa, el pueblo de la luz logró gobernar con amor para todas las almas buenas, no hay más corrupción, no hay más matanzas, no hay cenizas que barrer. Hoy, entre abrazos fraternos recordamos a nuestros héroes y festejamos no solo el fin de la guerra, sino el inicio de una nueva era que nos llevará a trascender a un nivel más alto de iluminación.
Hoy es un gran día quizás el más bello de todos, el día en que el pueblo de la luz renueva la lucha contra la oscuridad porque nuestra victoria no acaba con la guerra, será en la moral, y así, quienes alguna vez sirvieron con honor y llevaron a nuestros ejércitos a la victoria, ahora se alzan renovados como Los Guardianes de la Luz, porque la última batalla está en nuestros corazones y debemos conservar su pureza a toda costa. La oscuridad jamás regresará porque aquellos que abandonen el camino de la luz serán rectificados, jamás regresará porque borraremos la vanidad de los elfos, la codicia de los enanos y la ambición de poder de los humanos. La unidad será nuestra fortaleza y quedará escrita en piedra.
Olviden el pasado, porque cada guardián será un resplandor en el horizonte. Ahora el pueblo de la luz decide su destino con los ojos bien abiertos, es a la vez la balanza, la espada y su propia voz, arranquemos las viejas reglas de nuestra historia. Por ello es un honor servir con humildad a este hermoso pueblo al que eternamente pertenecerá mi gran amor. Hoy se embarcan en un largo viaje sin retorno hacia las tierras imperecederas, la iluminación infinita, donde nunca entrará la duda, el conflicto ni la desesperanza, donde habitarán la cálida felicidad de lo bueno, justo y puro.
El último Orco al que aplasté con mi martillo se reía con aires de revancha, pero olvidó que quien ríe al último alcanza primero la iluminación. Y ahora, derivado de este consenso absoluto que hemos alcanzado y a cambio de su amor inconmensurable, aceptó el honor de encabezar a la Suprema Guardiana de la Luz.
¡Aplausos, euforia! -fin del discurso de coronación-
Y ya en corto: No se preocupen, relájense. Todo lo que toca la luz es ahora nuestro, luego alcanzamos a nuestro amado pueblo, el mar es salvaje e incierto es el viaje hacia la tierra prometida y sin “v” de vuelta.
Fruto de nuestro esfuerzo nos han elegido como la guardia del pueblo de la luz ¡A disfrutar lo iluminado!
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