Juego de Héroes, falacias y cosas peores

Juan Jesús “Tito” Garza Onofre/ @garza_onofre

Juego de Héroes es una película dirigida por Pedro Álvarez Tostado y protagonizada por Sebastián Zurita. Es un largometraje sobre fútbol cuya trama, no obstante haber sido calificada como “drama inspiracional”, resulta tan ridícula como inverosímil. Producida por el grupo empresarial Pachuca (dueños e inversionistas de distintos equipos de fútbol en México y en el extranjero), esta película oscila entre una mala telenovela rosa y una chantajista campaña publicitaria. La historia que se narra proyecta las vidas de Luis y Carlitos, dos personas nacidas el mismo día, en la misma ciudad, en el mismo hospital, aunque, posteriormente, desarrollando su infancia y juventud bajo circunstancias bastante diferentes. El primero, un prototípico niño criado en una familia clase media-alta, dotado para los deportes, cuyo exitoso futuro profesional se encauza hasta convertirse en el delantero estrella del equipo de fútbol de la ciudad que lo vio nacer. El segundo, una persona con discapacidad intelectual y motriz, el cual perdió a su familia en un fatal accidente automovilístico y fue acogido en un precario albergue para niños abandonados; alguien a quien el destino no solo ha tratado de forma injusta, sino que también, lejos de poder llevar una vida en condiciones dignas, enfrenta una serie de obstáculos sobrevenidos que minan cualquiera de sus aspiraciones. Como si este par de personajes no fueran suficientes para conformar un conglomerado de circunstancias fértiles para abonar una optimista narrativa —propia de manual barato de autoayuda—, es de llamar la atención respecto de las místicas habilidades curativas de Carlitos, pues cuando sus manos y sus masajes sirven para remediar cualquier tipo de lesión física, la historia que inicia como reflejo de una determinada realidad social muta para convertirse en una fallida ficción que confunde el altruismo con el patetismo, y los cuentos de hadas con un empalagoso y apenado vodevil. En términos generales, una falacia, según Luis Vega Reñón, sería: un mal argumento que, de entrada al menos, parece razonable o convincente, y en esa medida resulta especioso. Juego de Héroes, abusa del uso de esta figura en aras de la lágrima fácil y la risa tonta, intentando persuadir a sus espectadores a partir de tópicos comunes y desatinados clichés sentimentaloides. En ese sentido, esta absurda película puede servir, tal vez, a manera de anti-ejemplo para ilustrar el falaz tratamiento que se le puede otorgar a distintos temas relacionados con derecho y fútbol. A vueltas con los valores, o sobre la mercantilización del deporte No cabe duda que Juego de Héroes es un filme que busca transmitir valores. Sin embargo, parecería que los valores que se traslucen en las situaciones coyunturales en las que se ven involucrados sus protagonistas, por un lado, develan un tufillo absolutista que pretende imponer verdades morales más allá de los límites racionales de cualquier persona y, por el otro, obvian el cariz comercial del fútbol. Ostentar una visión edulcorada de este deporte para intentar propulsar principios morales de índole universal, expone el doble estándar de sus creadores. Presentar al balompié única y exclusivamente como deporte resulta engañoso, pues, hoy en día, este fenómeno antes que ser considerado como una mera competencia lúdica, destella un fuerte componente comercial que lo devela como negocio. Y es que, al momento en que el actual panorama del fútbol mundial transforma al fanático en cliente y a los jugadores en mercancías intercambiables, los valores sustentados por el largometraje que se comenta, colisionan bruscamente con la realidad, extinguiendo cualquier posibilidad por entablar una justificación racional sobre dichos valores. No hay que olvidar que la creencia compartida por un grupo respecto a un determinado conjunto de principios y valores morales, para nada conlleva su automática e inmediata aceptación colectiva. De ninguna manera se puede inferir que los valores de las mayorías son los que deberían regular el comportamiento general de una sociedad. Los desvergonzados escándalos de corrupción en los organismos que regulan el futbol a escala internacional, así como las constantes controversias entre jugadores que buscan evadir el sistema tributario, desmienten la generalización tan apresurada como edulcorada que propone la película Juego de Héroes sobre este deporte. El club de fútbol Pachuca que tanto presume sus principios y valores en la producción aludida, evade mencionar el nombre que lleva uno de los principales foros y edificios de sus lujosas y modernas instalaciones en el Estado de Hidalgo. El pabellón Joseph Blatter, también denominado “la octava maravilla tuza”, inaugurado en 2009, no solo se construyó en un territorio que fue “prácticamente arrebatado a ejidatarios mexicanos”,[1] sino que también deja expuesta la lúgubre complicidad entre el ex-dirigente de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) y los altos mandos del equipo local. Blatter quien ocupara la dirigencia del máximo organismo futbolístico por más de 17 años, se vio obligado a renunciar después de verse envuelto en los graves escándalos de corrupción entre empresas patrocinadoras de la FIFA y cadenas de televisión. Cuando distintas instituciones han retirado honores y reconocimientos otorgados a Blatter en el pasado, y al momento en que este personaje carece de algún tipo de legitimidad para sostener sus dichos, sería interesante ver cómo es compatible la filosofía que postula este equipo de fútbol de la liga mexicana (que además difunde y presume por medio de producciones audiovisuales), con las de un tipo que presidió una organización global al más puro estilo de la mafia. La moralidad de las personas involucradas a nivel profesional en este ámbito, no responde a una lógica solidaria y dialógica, mucho menos a actos caritativos o dadivosos… Bien dijo el periodista deportivo John Carlin, en un artículo recientemente publicado en la revista El País Semanal, “el mundo del fútbol es un mundo amoral”.[2] Discapacidad e irrealidad social Es todo un reto (y más desde una plano cultural, en específico audiovisual o cinematográfico) abordar el tema de las personas con discapacidad. Bien lo ha escrito Manuel Atienza, “promover, proteger y asegurar los derechos humanos de las personas con discapacidad es, por supuesto, un objetivo de gran valor; para lograrlo se necesita, entre otras cosas, innovar el Derecho de manera profunda y acabar con prácticas claramente injustificadas”.[3] Las intrincadas relaciones que subyacen a las interacciones sociales de este grupo en condiciones de vulnerabilidad, develan, más allá de las típicas barreras que impiden su participación efectiva en nuestro entorno, una serie de condicionantes dados de antemano, un cúmulo de prejuicios que nublan y distorsionan la manera cómo estas personas deberían desarrollar sus vidas. El personaje de Carlitos en Juego de Héroes, al abusar hasta el absurdo de estereotipos fáciles e ideas recurrentes, se termina por convertir en una caricatura de si mismo. En aras por intentar reflejar el arduo contexto que enfrenta esta persona, la trama llega a deformarse hasta no poder distinguir fantasía de realidad. Los guionistas de la película en cuestión exponen su absoluta ignorancia al tratar temas de discapacidad, pues, oscilando entre la autonomía individual y la dependencia de la persona involucrada, difuminan por completo cualquier propósito por aclarar y promover el respeto por la dignidad de las personas con discapacidad. Ya ha mencionado la Organización de las Naciones Unidas, a través del Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad, que las personas con discapacidad no deben ser tratados como sujetos de caridad. La película Juego de Héroes, no hace otra cosa más que mostrar irrealidades, contextos ajenos que no contribuyen en lo absoluto a la construcción de un entorno más inclusivo, igualitario y, sobre todo, consciente de sus problemáticas. Teorizar sobre la mentira, lo embustero y lo falso dentro de esa intrincada relación entre el campo jurídico y el deporte, tiene importantes potencialidades que aun distan de ser del todo exploradas. La película Juego de Héroes es simple y sencillamente una muestra de lo soez y burdo que puede llegar a estructurarse un determinado discurso.    
  [1] KAZÉN, Gibrán, Los dueños del balón: La historia de Joseph Blatter, Jack Warner y el negocio más grande del mundo, Palibrio, Bloomington, 2013, p. 47. [2] Vid. CARLIN, John, “Fútbol podrido”, en El País Semanal, No. 2.081, 14 de agosto de 2016, pp. 30 – 37. [3] ATIENZA, Manuel, “Dignidad humana y derechos de las personas con discapacidad”, en La Mirada de Peitho, No. 2.081, 11 de abril de 2016.]]>

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