Juan Jesús “Tito” Garza Onofre/ @garza_onofre
Recientemente se estrenó Rogue One: Una historia de Star Wars, película que sirve de puente entre las primeras tres entregas de la trama galáctica y la trilogía original, o en otras palabras que viene a completar y dar explicación a ciertos sucesos ocurridos entre el Episodio III y el Episodio IV de la saga.
El octavo filme que se ha realizado sobre el universo imaginado por George Lucas se desarrolla a partir de las aventuras de un grupo de rebeldes cuyo objetivo es robar los planos de un arma diseñada por el Imperio (la Estrella de la Muerte), capaz de destruir cualquier planeta del cosmos.
Más allá de la apasionante narrativa bélica intergaláctica, de las luchas dicotómicas entre jedis y siths, y de las ya clásicas intrincadas relaciones paterno-filial que presentan las producciones de Star Wars, en Rogue One se presenta de forma explícita una interesante faceta sobre el fenómeno de la resistencia, la subversión y la protesta. Sobre la legitimidad de los sistemas políticos a partir del respeto y la obediencia por los mismos.
Los graves riesgos que entraña cualquier orden tendiente a la toma de decisiones a partir de mayorías, muchas veces, suele ser la excusa perfecta para negar postulados básicos que cimientan no solo una pretensión ideal de un bien colectivo sino, y sobre todo, las voces de las minorías.
Bajo el actual contexto en el que nos ha correspondido vivir, no hacer una lectura política de Rogue One sería, sencillamente, negar su esencia, o en todo caso, rechazar su poderosa influencia para delinear el imaginario colectivo. Y es que esta ficción, sin lugar a dudas, podría encontrar algún paralelismo con la realidad, y así reflejarla.
Por que al final, no hay que olvidar, esta película exhibe la historia de un grupo de rebeldes contra un régimen totalitario. Una minoría que sabiendo de antemano que las vías para protestar contra el sistema son insuficientes, combate fuera de este, a través de medios tan estratégicos como peligrosos y violentos.
Ante un ente dictatorial, militarizado, cuya cúpula resulta conformada solo por hombres blancos, donde la uniformidad es regla y nunca excepción, emerge para hacerle frente un grupo ecléctico, multicultural y diverso (negros, personas con discapacidades, extranjeros, disidentes), que es guiado por una mujer. El caso de los Stormtroopers —los soldados de batalla o las tropas de asalto del Imperio galáctico—, resulta más que preciso para ejemplificar la metáfora de las bases que dan soporte a los regímenes autoritarios, a manera de autómatas que obedecen ciegamente, cuya capacidad de crítica y cuestionamiento es nula, estos individuos se enfocan en suprimir cualquier atisbo que implique diferencia alguna.
Bajo dicha lógica, vale la pena destacar lo peculiar que resulta el escuadrón de rebeldes de Rogue One, pero no precisamente por ser un afamado grupo de subversivos que emergen triunfantes ante cualquier dificultad que se les presente, o por ser una rebelión organizada de manera formal, sino más bien por ser una rebelión de la rebelión, una corriente alternativa conformada por personas que se atreven a desobedecer las órdenes de sus superiores.
La conocida frase de Bakunin la cual afirma que: “Mi libertad consiste en no obedecer a ningún otro ser humano y en no determinar mis actos más que conforme a mis propias convicciones”, cobra sentido en estos supuestos (aunque distanciándose un tanto del anarquismo puro y duro), pues los fines últimos para justificar la adhesión y apoyo a una determinada causa se pueden sustentar en razones políticas, las cuales de forma indefectible manifiestan ciertos valores. Así, el seguimiento de tales causas no solo radica en un acto de fe, sino en saber que aquellas están orientadas a fomentar ciertos ideales pretendidos.
Otro de los aspectos que llama la atención del grupo de rebeldes en la película es su carácter anónimo. Porque justo ahí radica otro de los principales valores de las revoluciones, de las protestas y las batallas por un mejor entorno, en la suma de voluntades, en la solidaridad de los desconocidos, en todos aquellos individuos que no pasan a la historia como protagonistas o triunfadores, cuyas luchas jamás serán contadas, pero que sin las mismas poco hubiera sucedido. El compromiso que este grupo de rebeldes aportó a la causa, a pesar de que no lograron ver los frutos, resultó ser un paso significativo para revivir la esperanza que se creía perdida.
Jyn Erso, Cassian Andor, Chirrut Îmwe, Baze Malbus, Saw Gerrera, K-2SO, en definitiva no tendrán las repercusiones mediática e histórica de la familia Skywalker, de Obi Wan Kenobi, de RD-D2, C-3PO, o BB-8, pero sin ellos difícilmente se puede explicar su trama. Aquella consigna revolucionaria que clama por una “lucha sin líderes” despliega todo su potencial al momento en que el protagonismo individual deje de opacar los esfuerzos colectivos.
Star Wars nos pude aportar algunas ideas importantes sobre la desobediencia. Teorizar sobre el acto que implica resistir, a través de obras ficticias, cuenta con amplias posibilidades para imaginar mejores realidades… Esto, si, y solo si, se lleva a la práctica.
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