Club de cuervos, clasismo, y patriarcado

  • Club de cuervos: Una comedia mexicana convertida en drama
  • Durante agosto del 2015 se estrenó la primera serie original de Netflix en idioma español, una comedia negra, con tintes de drama, de origen mexicano: Club de Cuervos. Esta trata, preponderantemente, sobre fútbol, aunque de forma paralela también aborda las luchas de poder en el seno de una adinerada familia en un remoto pueblo ficticio (Nuevo Toledo) localizado en ese lugar que por costumbre llamamos México.   Dirigida por Gaz Alazraki, creador de la película “Nosotros los Nobles” (2013), y escrita por diversos guionistas estadounidenses de series como “The Sopranos”, “Californication”, o “Two and a Half Men”, Club de Cuervos viene cubrir una importante laguna dentro de la amplia oferta de productos audiovisuales a la que, por lo general, estamos acostumbrados en Latinoamérica.   Al utilizar lenguaje popular (que oscila entre cotidianas groserías y frases del argot futbolero), reflejar escenarios tan diametralmente opuestos pero que ocurren dentro de un mismo espacio geográfico, fusionar personajes ficticios con importantes protagonistas de la vida social, o bien abordar temáticas incómodas y poco usuales en nuestro edulcorado entorno nacional, parecería que, sin lugar a dudas, la serie protagonizada por Luis Gerardo Méndez es a todas luces una comedia. Sin embargo, lo cómico se torna dramático cuando no es posible distinguir realidad de invención. Cuando México se vislumbran como una contradicción latente.   México como ese territorio dónde cohabita uno de los hombre más ricos del planeta junto a 53 millones de pobres, en el que la revolución termina institucionalizándose a través de un partido político. Como ese país que fue el primero en el mundo en incorporar los derechos sociales a nivel constitucional (incluso antes que la constitución rusa y la de Weimar) pero que hoy en día estos derechos continúan siendo contemplados como programáticos, difícilmente exigibles. Como país con una de las mayores tasas de obesidad en el mundo, y al mismo tiempo, donde uno de cada cinco mexicanos vive con hambre. Con un gobierno que incansablemente firma y ratifica tratados internacionales de derechos humanos y al mismo tiempo implementa políticas públicas contrarias a los mismos.   Como bien dice, el escritor de ensayos y crónicas de fútbol, Juan Villoro: “la identidad del mexicano es siempre provisional… Su “ser en sí” representa una contradicción viva”.[1] En tal sentido, no resulta casual que Club de Cuervos, como la primer producción en español de la plataforma de streaming de series y películas más importante del mundo, Netflix, sea, precisamente, construida a través de este deporte, de profundas connotaciones y fuertes simbolismos para los nacidos en México. De un deporte que expresa dos de las más graves problemáticas que aquejan a este país: las desigualdades sociales y el patriarcado.  
    1. Chava Reyes como el perfecto mirrey: “¡No seas mamón güeeeeeeeey!”
      De un tiempo para acá, los clubs de fútbol se han vuelto negocio. Tapizando sus playeras de publicad, erogando fuertes cantidades de dinero para contratar jugadores, promoviéndose a través de intensas campañas de marketing, o por medio de contratos millonarios para ceder los derechos por las transmisiones de sus partidos, lo que en esencia debería ser un deporte popular, un espectáculo transversal al alcance de cualquiera, parecería extinguirse entre la oferta y la demanda que impone el mercado.   No por nada el protagonista de Club de Cuervos es un mirrey. En palabras de Ricardo Raphael, académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), un personaje ostentoso en un país desigual,[2] aquel “que utiliza la riqueza económica como el principal marcador de clase. No importa de donde venga el dinero —trabajo, herencia, hurto, corrupción o lotería—, la clave está en el poder de compra”.[3]   Así, el protagonista de la serie, Chava Iglesias Jr., intenta convertir al equipo de fútbol de su pueblo (cuyo padre administraba), Los Cuervos de Nuevo Toledo, en “El Real Madrid de Latinoamérica”, no escatimando en recursos, despilfarrando el dinero, y utilizando cualquier excéntrica estrategia para posicionarse dentro de la alta sociedad mexicana.   En un contexto donde el dinero es la única medida de producción social,[4] los mirreyes vienen a reflejar a la perfección una de las muchas desigualdades que existen en México. Un clasismo imperante que al tiempo que causa gracia y es aplaudido también se replica y busca ser divulgado. De ahí, precisamente, que Chava Iglesias caiga bien, sea idolatrado, e incluso imitado, porque su irrealidad resulta dramáticamente cómica.   Caracterizada en múltiples campos y aspectos, la desigualdad es el principal problema que, desde hace ya varios años, afronta México. Cuando los pobres ya no pueden ser más pobres, pero los ricos sí pueden seguir siendo más ricos, la brecha entre clases se convierte en abismo, y la movilidad social se ralentiza.   En la serie, el arrastre y popularidad de Los Cuervos domina al Gobierno y la Iglesia. El dinero va de la mano del fútbol, Nuevo Toledo aplaude mientras no le falte espectáculo, y obviamente no vaya en contra de sus buenas costumbres (esto en alusión a la condena social cuando se filtra la noticia de que un jugador del equipo no es heterosexual). Al pueblo pan y circo, reza el dicho, y cuando se acaba el pan, solo circo.   El fútbol, las grandes trasnacionales, los empresarios, los jugadores, los dueños de los equipos, han desplazado al poder. El Gobierno ha perdido influencia, también la Iglesia, de ahí que buscan aliarse a toda costa. En esta ecuación todos se divierten, solo que, lamentablemente, los únicos que terminan siendo invisibilizados son los de abajo, los que nunca podrán pagar un boleto en las butacas VIP, o tener un chofer para que los transporte, o ir a celebrar el triunfo de su equipo al mejor antro de la ciudad.   El clasismo ya no solo estratifica a la sociedad y categoriza a las personas, sino que ahora les engaña, les etiqueta de ignorantes, haciéndoles creer que se distraen, y, sobre todo, les irradia un deseo egoísta de dominación, de siempre querer estar por encima de alguien, incluso cuando ese alguien ni siquiera exista.  
    1. “Tú no puedes lidiar con jugadores ni con dueños de equipos porque eres mujer”
      Isabel Iglesias, hermana de Chava, tiene un rol crucial en Club de Cuervos, ya que ilustra a la perfección lo difícil que es ser mujer en un campo eminentemente machista como lo es el fútbol.   Parecería que la Iglesia y el Ejército, como dos de las instituciones más arcaicas del mundo, representan todavía algunos de los últimos cotos vedados para las luchas feministas, sin embargo, ciertos deportes, como el fútbol, claramente son fenómenos que también resisten dichas pugnas, pues además de sostener y fortalecer de forma constante al patriarcado (esto por medio de la difusión de un modelo de hombre hegemónico, fuerte, joven, y dinámico), y asimismo configurar relaciones de dominación político-económicas, terminan desterrando a las mujeres al ostracismo.   Una de las principales lecciones que nos ha dejado la teoría feminista, y la lucha de los movimientos sociales de las mujeres, ha sido que lo personal es político. Es decir, que el espacio relacional entre hombres y mujeres no puede quedar fuera de lo público, sobre todo cuando dicha correspondencia con el ámbito privado, se utiliza para perpetuar situaciones de poder en clave de dominación.   El caso de la primer hija de Salvador Iglesias en Club de Cuervos resulta esclarecedor para abordar el tema del machismo tanto en el fútbol como en los negocios, ya que al momento en que Isabel busca presidir a Los Cuervos, o acaso compartir la presidencia con Chava, esta, a pesar de estar mejor preparada, tener experiencia, y conocer bien el ámbito, sencillamente, es ignorada y menospreciada por su condición de mujer.   Como bien ha llamado la atención Guadalupe López García, “el llamado juego del hombre representa la cultura del deporte con predominancia masculina”,[5] de ahí que no cause ninguna alarma en México el acuerdo entre los dueños de los equipos en la liga nacional llamado “Pacto de caballeros”, ni la invariable presencia de animadores y porristas en paños menores antes de cada partido, la presencia de mujeres periodistas o comentaristas en las tradicionales mesas de debate de ESPN (o cualquier otro canal o programa deportivo), el oscuro tratamiento que se le dio al caso de la podóloga del Club Chivas y el director técnico Ricardo Antonio Lavolpe, los insultos misóginos en las tribunas, la ausencia de una verdadera e importante liga femenil nacional, la estéril polémica que se desató cuando Maribel Domínguez fue contratada por el Club Celaya, etcétera.   En México, en la vida real, lo que le sucede Isabel Iglesias en Club de Cuervos al ser criticada y menospreciada por incursionar en un campo masculinizado, no solo no sería escandaloso, sino que, lamentablemente, sería lo normal.  
    1. Tiempo de compensación
      Club de Cuervos me parece una buena serie producida en México, pero, sobre todo, una excelente forma de criticar y llamar la atención sobre lo que ocurre en ese país.   Como nación más preocupada por la lista del seleccionador nacional que por la de legisladores electos, resulta imperioso hacer algo por este deporte, y desde el Derecho se pueden hacer bastantes cambios.   Eduardo Galeano dedica el libro que escribió sobre este tema, “El fútbol a sol y sombra”,[6] a: “aquellos niños que una vez, hace años, se cruzaron conmigo en Calella de la Costa. Venían de jugar al fútbol, y cantaban: Ganamos, perdimos, igual nos divertimos”.   No se pretende cambiar en sí el juego, sino las turbias estructuras que lo ensucian. Como diría Diego Armando Maradona en su despedida, “la pelota no se mancha”.   Otra forma de pensar el fútbol, es posible… Donde el patriarcado y el clasismo estén fuera de juego.   [1] VILLORO, Juan, “Dramáticos placeres: el chile mexicano”, en Ñ. Revista de Cultura, Literatura – No Ficción, 3 de marzo de 2011. [2] Vid. RAPHAEL, Ricardo, Mirreynato – La otra desigualdad, Temas de hoy, Ciudad de México, 2014. [3] RAPHAEL, Ricardo, “Qué es un mirrey”, en Mirreynato, portal de Ricardo Raphael, 2014. [4] Vid. NEGRI, Antonio, “Producir lo común”, en AA.VV., Pensar desde la izquierda, Errata naturae, Madrid, 2012, p. 160. [5] LÓPEZ GARCÍA, Guadalupe, “Las mujeres en el fútbol: una mirada feminista”, portal de Heinrich Böll Stiftung México, Centroamérica y el Caribe, junio 2015. [6] Vid. GALEANO, Eduardo, El fútbol a sol y sombra, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 1995.]]>

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