Justicia Abierta (Open Justice) lo podemos encontrar en su añeja tradición constitucional. Según algunos de ellos, ya la Magna Charta del s.XIII (con la que los magnates ingleses obligan a Juan Sin Tierra a reconocerles una serie de derechos individuales inviolables por la corona), suponía juicios públicos que permitieran certeza y claridad sobre la forma de administrar justicia. Los ingleses, suponen que para su tradición jurídica la apertura de la justicia es una condición necesaria para la correcta administración de justicia. Así, tribunales abiertos a la sociedad permiten que ésta pueda experimentar la dimensión social del derecho y así confiar en las instituciones jurídicas. Tomémosle la palabra a los ingleses: la Justicia Abierta ayuda a construir condiciones que le permitan a la sociedad confiar en el derecho y la justicia. Pero ¿qué necesitamos hoy para lograr esa confianza? Me parece que hoy sería indispensable un trabajo profundo en materia de transparencia y rendición de cuentas desde los tribunales, que incluya a operadores jurídicos, sociedad civil y prensa. Justicia Abierta significa publicidad de juicios y apertura de datos sí, pero con formatos accesibles que puedan ser manejables por todas y todos los ciudadanos (todo esto respetando los datos personales claro está). Sentencias, acuerdos, estadísticas judiciales y protocolos de actuación para juzgadores son datos que son útiles sólo si son diseñados desde una perspectiva de comunicación bidireccional y participación ciudadana, donde los datos producidos por los poderes judiciales pueden ser reutilizados para diagnosticar sus problemas y donde la ciudadanía tiene la información suficiente para iniciar un debate público sobre temas jurídico-judiciales. Es frecuente que percibamos los poderes judiciales como obscuros, pero también que éstos tengan datos que la ciudadanía podría utilizar para entender mejor sus derechos, que las organizaciones de la sociedad civil podrían utilizar para hacer diagnósticos adecuados sobre los problemas de administración de justicia y que la prensa podría manejar para incentivar el debate público. Tener datos encerrados en archiveros (ya sean físicos o electrónicos) o encriptados por un lenguaje de “iniciados” es un desperdicio enorme de recursos públicos y también de posibilidades de colaboración democrática. A pesar de algunos esfuerzos por solucionar estos problemas, hoy no es difícil afirmar que en México la efectividad del derecho y la justicia siguen apareciendo como agendas pendientes para nuestra sociedad (consúltese el índice de World Justice Project como un ejemplo). El problema no es menor si consideramos que una sociedad que no confía en la justicia y el derecho, es una sociedad más propensa a incursionar en el terreno de la justicia por propia mano.
No Comments