versión taquigráfica página 73). Si algo quedó claro después de tantas rondas de votación es que la mitad de los integrantes de la SCJN no tenían confianza en la presidencia de Luis María Aguilar. No vendría mal al nuevo presidente reconocer algo conocido por toda la sociedad. Negar las diferencias al interior de la SCJN con un discurso que dice “gracias por la confianza” no es una buena señal de inicio no porque haya divisiones internas, sino porque éstas no sean reconocidas, y por lo tanto, atendidas. A partir de trascendidos, se especula que fue el Ministro Juan Silva Meza -al ser el ministro presidente saliente, quien políticamente sería responsable de la construcción de acuerdos internos previos- el que modificó el sentido de su voto para favorecer a Luis María Aguilar Morales. Lamentablemente, al no conocer cómo votan los ministros y mucho menos el por qué votan como votan, las razones se quedan en el nivel de la especulación con lo que se termina afectando la credibilidad en la SCJN y de su nueva presidencia. Si los votos de los ministros en este proceso de elección fueran públicos y justificados, el espacio de las especulaciones sobre las diferencias y acuerdos entre ministros -o con otros poderes- se reduciría y aumentaría la responsabilidad política de la decisión frente a la sociedad. En el escenario inmediato que nos presenta 2015 para la SCJN, estas diferencias al interior están prontas a cambiar de fuerza. Este año llegarán tres ministros o ministras al máximo tribunal del país. Tres de un total de once ministros que integran la Corte es un número importante en el contexto de las diferencias tan marcadas: tres ministros son tres criterios y votos distintos que llevarán a nuevas alianzas y relaciones al interior; son también tres diferentes métodos de interpretación que llevan a conclusiones diferentes sobre los contenidos y alcances de la Constitución. El primero de esos procesos de designación, aunque no está sujeto a una fecha determinada es probable que se realice en febrero cuando el Senado, órgano encargado de la designación, se encuentre en sesiones. En próximos días, el presidente de la República deberá enviar la terna de candidatas/os a ministro de la SCJN que habrá de ocupar el cargo que le correspondía al Ministro Sergio Valls. Los medios de comunicación empiezan a señalar a varios candidatos y candidatas que podrían integrar dichas ternas. Por parte de la sociedad, los colectivos de organizaciones han hecho públicas la exigencia de una designación con los estándares más altos de transparencia y en la que exista una participación amplia de la sociedad civil y la academia. Los otros dos procesos de designación serán a finales de año cuando termine el periodo de la ministra Olga Sánchez Cordero y el del ministro Juan Silva Meza. Esto quiere decir que para finales de 2015, tendremos una SCJN muy diferente a la actual. En ese contexto de designaciones es importante señalar la necesidad de que la SCJN sea plural en su composición. Es ya ampliamente conocida la división entre ministros liberales y conservadores. Esta división – artificial e instrumental, que no es absoluta y a veces no tan clara- se refiere a la forma en la que se entiende y comprende el Derecho, no es una división entre buenos y malos ministros sino una diferencia de criterios sobre cómo acercarse e interpretar el derecho y sobre el papel del juez en la creación o aplicación del mismo que no puede calificarse en términos maniqueos. En un tribunal constitucional es fundamental la pluralidad en las formas de interpretación, sin embargo, dicha pluralidad debe considerarse no solo como un valor en sí mismo, sino también en función de las necesidades coyunturales: por ejemplo, si consideramos que estamos en un momento de consolidación de varias reformas constitucionales es relevante preguntarse qué tipo de juez constitucional o qué tipo de criterios interpretativos serían los más adecuados que prevalecieran. En 2015, la SCJN ya es un órgano observado por la sociedad. La elección y actuación de su presidencia es relevante socialmente. La designación de tres de sus ministros será también relevante en términos de opinión pública. Es buen momento para abrir un debate ciudadano sobre el papel de los jueces constitucionales, sobre la interpretación constitucional y sobre cómo la sociedad puede incidir en este ámbito: abrir los espacios para la discusión sobre la SCJN más allá de los círculos académicos tradicionalmente reservados a especialistas que no tienen impacto político. Aprovechar este contexto para democratizar la designación de sus ministros y encontrar las formas de incidencia ciudadana en esa decisión.]]>
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