Realizando una mala ficción 

 

Lo único cierto es que vamos tarde, tardísimo y no hay atajos ni varitas mágicas. La violencia y la impunidad son una constante en nuestro país. 15 años de guerra contra los “malos” y tenemos decenas de millares de muertos y desaparecidos y seguimos queriendo inventar el hilo negro, cuando hay modelos de seguridad y justicia que con el potencial de abordar la conflictividad social de manera pacífica. Modelos eficientes y humanizados, policías civiles profesionalizadas, a nivel local, cercanas a la sociedad y sobre todo sin armas. no se trata de abrazos o balazos, se trata invertir en mucha inteligencia, investigación y justicia restaurativa enfocada en la reparación del daño.  Lo contrario, apostar por modelos que militarizan la seguridad pública y sistemas de justicia de corte inquisitivo, punitivistas en donde todo acaba en muerte y cárcel; y este modelo sencillamente ha demostrado ser un rotundo fracaso. 

Hoy en día la Guardia Nacional ya está militarizada, poner eso en papel no hará ninguna diferencia y por el contrario constitucionalizar el fracaso, cerrará la puerta a una verdadera solución, implica sellar en piedra un futuro de muerte e impunidad. Los militares parecen ser los más grandes re-vendedores de espejismos y así cada presidente les compra la misma solución una y otra vez. Próximamente en el congreso de la unión de un plumazo quienes legislan podrían condenarnos a un par de décadas más de guerra.

 

 

La disyuntiva es clara, la disciplina militar y la profesionalización policial son incompatibles. Sencillamente no necesitamos elementos de seguridad pública que sepan cumplir órdenes a rajatabla, inscritos en una estructura vertical y entrenados para acabar con el enemigo. Por el contrario la opción es apostar por un perfil creativo con un enfoque científico de la investigación del delito, con una estructura organizativa que propicie el crecimiento horizontal, con una visión antropológica y sociológica del conflicto, con arraigo a su comunidad. ¿Quién es la persona que nos cuida? ¿Cómo y en dónde vive? ¿Qué tan seguro y descansado se siente?

Los agentes de seguridad pública de un futuro deseable, se parecen más a un trabajador social tranquilo y afable que a ROBOCOP, usan más el cerebro, el lápiz y el papel, que el músculo y la pistola. Cualquier otra cosa es querer matar al mal y apostar por una ficción decadente. 

Acá les compartimos una propuesta alternativa para garantizar la seguridad y justicia: